Tiene que ver con esas pequeñas cosas que uno puede pensar que no son tan malas, pero pueden llegar a ser

Hubo un tiempo en el que ser infiel se relacionaba con una mancha de lápiz labial en el cuello, olor a perfume en la solapa de la camisa o un recibo incriminatorio en el bolsillo del pantalón.

Incluso cuando comenzaron a aflorar las redes sociales, las pistas eran claras: un beso en la foto de una fiesta o alguien mirando lo que no debería. Pero ahora, en la era de las aplicaciones de citas y los mensajes directos, las cosas se han vuelto un poco más complicadas.

Y es aquí cuando entra en juego el micro-cheating, la palabra de moda en lo que a infidelidad se refiere, que podría traducirse del inglés como “microengaños”.

Tal y como el nombre sugiere, tiene que ver con esas pequeñas cosas que uno puede pensar que no son tan malas… pero pueden llegar a ser. Y ahí radica el dilema: si incluye acciones sutiles, ¿cómo se define el micro-cheating? ¿Y existe algo así como “engañar, pero solo un poquito”?

Sí, dice Martin Graff, profesor de psicología en la Universidad de Gales de Sur, Reino Unido. En un reciente artículo publicado por una revista de psicología explica cómo la infidelidad ha evolucionado a medida que nuestras vidas se vuelcan más en internet.

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